Esto coincide con un reciente informe del Centro Sirio para la Investigación Política que afirma que el 11,5% de la población siria ha perdido la vida o resultado herida desde 2011. Aproximadamente 470.000 sirios han muerto en el actual conflicto. Cerca de dos millones de personas han resultado heridas. Durante los pasados cinco años, la esperanza de vida en Siria ha caído de un promedio de 70 años a solo 55 años. En declaraciones efectuadas el martes, el secretario de Estado estadounidense, John Kerry, condenó el uso de bombas de racimo en Siria por parte del gobierno de Assad y el ejército ruso.
Kerry declaró: “Es urgente. La crisis por la catástrofe humanitaria que se desarrolla ante los ojos del mundo. Las presiones que viven las personas desplazadas, los refugiados, las bombas no dirigidas, las bombas de racimo que se están usando y que están matando a mujeres y niños inocentes”.
Eran palabras del secretario de Estado, John Kerry, en declaraciones efectuadas junto al canciller egipcio en el Departamento de Estado de Estados Unidos el martes, en las que condenó el uso de bombas de racimo en Siria. Sin embargo, Kerry no se pronunció en absoluto contrario al uso de bombas de racimo fabricadas por Estados Unidos en otro conflicto: la ofensiva liderada por Arabia Saudí en Yemen, que cuenta con apoyo estadounidense. Amnistía Internacional afirma que posee nuevas pruebas de que le coalición saudí apoyada por Estados Unidos lanzó bombas de racimo durante un ataque aéreo llevado a cabo el 6 de enero en Sanaa, que provocó la muerte a un adolescente de dieciséis años de edad y heridas a otra media docena de civiles. El secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki-moon, afirma que el ataque del 6 de enero podría constituir un crimen de guerra.
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